Infantilismo
  Hirschfeld no sólo atribuye la posición de un ser humano en la escala gradual entre el "totalmente hombre" y la "totalmente mujer" en función de la glándula sexual sino también de su estadio de desarrollo  6 . En analogía con los "estadios sexuales intermedios" divide la fijación del cuerpo o de la mente en un estadio más joven, el infantilismo, en cuatro formas fundamentales:

Caracteriza de "infantilismo genital" la "permanencia de los órganos genitales en un estadio infantil".

Ser inhabitualmente joven de aparencia, blando de rasgos de cara, delicado de osamenta, flojo de músculos o pequeño de órganos internos traduciría expresiones de "infantilismo corporal". 1 

El "infantilismo psíquico" consiste, según Hirschfeld, en la conservación del "modo de ser mental" de un niño. Se notaría "cierta parentela con grados ligeros de debilidad mental". Hirschfeld considera también como variante psíquica del infantilismo el "cisvestismo", a saber, el uso de vestidos de niño en edad adulta. 2 

En oposición a estas formas "innocuas" el "infantilismo psicosexual" es para Hirschfeld problemático, es decir, cuando el componente sexual entra en juego (Forenses). Hirschfeld y sus colegas del Instituto incluyen aquí la pedofilia. El juicio de Hirschfeld sobre ella parece estar determinado ante todo por la moral y la ley:

«(...) Tendremos que juzgar a un violador de niños, que de modo pueril y funesto abusa de niños pequeños, de forma distinta que a personas que se sienten atraídas por otras ya sexualmente maduras.

(...) Pero lo más hórrido es que la pulsión sexual infantiloide se asocia ocasionalmente también con impulsos singularmente sádicos. Forman parte de este grupo los asesinos de niños...
» (Hirschfeld, 1926) 7 .

Mientras que los opositores de la reducción de la edad de tutela y de la supresión del art. 175 del código penal imperial afirman que habría una relación entre homosexualidad y pedofilia (seducción de niños) Hirschfeld traza una línea de demarcación clara entre las dos. Insiste, por una parte, en la "naturalidad" de la homosexualidad (a la que no se puede ser seducido) y, por otra, sitúa la pedofilia en el terreno de lo despreciable, de lo patológico - cerca del asesinato.

Como terapia Hirschfeld aconseja la castración de los "violadores de niños". Esta actúa de tres maneras: "primero como castigo, segundo como esterilización (prevención de la descendencia), tercero como curación".


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